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domingo, 17 de septiembre de 2017

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Crack de Boston College le dobló la mano al cáncer

Hace tres años fue diagnosticado con leucemia y ahora sueña con llegar al seleccionado juvenil chileno. "Mi dolor era no jugar", sostiene.

En el 2014 la vida de Pablo Osorio tuvo un giro radical con tan solo 13 años: fue diagnosticado con cáncer y dejó el básquetbol para enfocarse en su tratamiento en el Hospital Clínico de la Universidad Católica. Tres años después volvió a Boston College para jugar en los equipos juveniles del elenco con sede en Maipú.
Su historia se hizo conocida por sus vínculos familiares con el baloncesto. Es hijo de Marcela Espina, ex seleccionada chilena y campeona con el equipo femenino de Colo Colo en los noventa. Los hinchas aún la recuerdan por una foto en el estadio Monumental junto a Marcelo Espina, ídolo del Cacique en aquella década.
La enfermedad de Pablo hizo que los cracks cesteros de Colo Colo campeón en 2014, como el capitán Franco Morales y el estadounidense O’Louis McCullough, se unieran y organizaran partidos amistosos para ir en su ayuda.
“Lo mío ha sido un tratamiento cancerígeno, la leucemia, que es cáncer a la sangre y que afecta a los niños. Tenía 13 años y fue un momento complicado, con quimioterapias hospitalarias muy fuertes. Me debilitaban mucho. Cada cierto tiempo me hospitalizaba, estaba bien, me iba de alta y volvía a hospitalizarme. Fueron seis meses bien intensos”, cuenta el alero.
El jugador de Boston College relata cómo continuó su tratamiento. “Después seguí un año con una quimioterapia mensual y exámenes de sangre. Luego continué con una visita mensual al médico y exámenes. Ahora son visitas entre periodos más largos y después, quizás, ya serán visitas sin exámenes”, sostiene.
Cuando se alejó del básquetbol, Pablo perdió totalmente su condición física. Mide 1,83 metros y pesa 74 kilos, pero en el momento más complejo de su enfermedad llegó a pesar 96 kilos. Perdió su pelo, se le ensanchó su rostro y casi no salía a la calle. Comía todo envasado. Ni siquiera podía ir a un restaurante. También vio guaguas y niños con distintos tipos de cáncer que no salieron adelante.
“Cuando volví al deporte me daba una vuelta a la cancha dentro del gimnasio y quedaba agotado. Dos meses después comencé a lanzar al aro y practicar con el balón. A veces no iba porque no me sentía bien o en otras oportunidades tenía que parar para tomarme los remedios que eran parte de la quimioterapia. Mi dolor era no jugar. Siempre pensé que me iba a recuperar”, afirma.
Su regreso a una cancha fue complejo. “Cuando comencé a jugar partidos no fue fácil. Recuerdo que marqué un rival y me dejaron botado. Estaba fuera de ritmo y sin confianza. No me atrevía a hacer cosas porque me agotaba luego, pero ya mejoré bastante. Sigo entrenando para recuperar el nivel, la técnica y los movimientos. No estoy consumiendo medicamentos y mi visita al doctor es una vez al año. El alta es cinco años después de diagnosticado mi tipo de cáncer”.
-¿Qué recuerdos te quedan de la enfermedad?
-A veces pienso cómo estuve y cómo estoy ahora y me siento feliz. Sobre todo cómo lo superé, luché y la fuerza que tuve para volver a jugar básquetbol.
-¿Cómo te proyectas en el deporte?
-Quiero llegar a una preselección chilena juvenil y al primer equipo de Boston College. Estoy recuperando el tiempo. Cuando no entreno con el Boston, voy al gimnasio y a una cancha cerca de mi casa para seguir mejorando la técnica. Entreno y me esfuerzo para seguir jugando.
Campioni del Domani
Pablo Osorio es un promisorio basquetbolista de Boston College, elenco que juega en la Libcentro B. Mide 1,83 metros y proyectan que puede crecer unos diez centímetros más. “Tengo 16 años y juego en la serie sub 17 y sub 19 del Boston en la liga Metrobasquet. Ahora viene el Campioni del Domani en el Stadio Italiano y me gustaría jugarlo. Mi sueño es ser profesional en Chile, Argentina, Brasil o donde sea, pero dedicarme a esto profesionalmente”, dice.

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